Situación estratégica

El castillo de Miravet se halla situado en un emplazamiento estratégico que domina las tierras altas del Ebro entre el camino de Lleida y el Maeztrazgo. La fortaleza goza de una vistas espectaculares a los meandros del río Ebro y la montaña que se perfila en el horizonte.

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Historia henchida de cultura

 

Su fundación guarda vestigio de los íberos y de la presencia de un castillo califal de frontera.

Los templarios lo poseyeron entre 1151 y 1307 pasando después a la orden del hospital Los últimos moriscos fueron expulsados de la población en 1609.

Terrazas fortificadas como en tiempos de los cruzados

La visita comienza por la terraza inferior  con excepcionales vistas de la vega del Ebro y de la Iglesia antigua del pueblo. En ella se emplazaban el mercado, la artesanía y se encontraba un huerto para el consumo de los caballeros del Temple.

El recinto superior se distribuye en torno al patio de armas, con el refectorio, la cocina con su granero granero y la espléndida iglesia románica. Desde ella se sube a la explanada superior con vistas magníficas. El castillo dependía del de Amposta y la cadena defensiva se prolongaba hacia el sur por el de Penyscola. El soberbio baluarte nos recuerda otras fortalezas de Siria y Jordania que visitamos en otras ocasiones, como Crac de los Caballeros, Alepo, o Karak camino de Petra.

La Vila Vella, encrucijada medieval

Nuestros oídos imaginaban el rumor de las armaduras de los caballeros mientras bajábamos hacia la Vila Vella que conserva aún el entramado de calles estrechas típicas de los poblados moriscos, que imaginamos repletas en la Edad Media de judíos, moriscos, y caballeros del Temple.

Gastronomía local como en la Toscana o Provenza

Comimos en la terraza del Molí del Xim, con un jardín florido que nos recuerda el paisaje de la Provenza o de la toscana. La propietaria nos cuenta que se trataba del molino de trigo de su familia reconvertido en establecimiento de restauración. Por un módico precio de 12€ degustamos un menú delicioso con conejo y embutido a la brasa con Alioli .

Allí hablamos con Abdul o Jaume, de Marruecos. Nos cuenta que ya lleva 11 años en Miravet y conoce perfectamente tanto el castellano como el catalán. Es oriundo del poblado de Nador junto a Melilla, de una familia de pastores del Tel o la montaña. Nos cuenta en su lenguaje animado que los habitantes del llano son diversos de los yebelíes que habitan en las montañas del Atlas, cuya nobleza franca y cuidada hospitalidad  son proverbiales. Allí su familia criaba el ganado de ovejas y cabras, mientras que en el poblado catalán se ocupa de tareas agrícolas. Su “jefe” aquí lo bautizó Jaume debido a que había tantos Abdul en el campo recogiendo cerezas y otros frutales. Nos parece la reencarnación de uno de los moriscos expulsados en 1609. Ahora luchando por adquirir dignamente una estabilidad laboral y sentimental lejos de su Marruecos natal.

Marchamos hacia Lérida convencidos de la importancia del diálogo entre las culturas y de la riqueza interior que nos aporta.

José Vicente Niclós

Guía Profesional y Consultor de Turismo

www.itinerisvlc.com

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